domingo, 10 de noviembre de 2019

Diez minutos tarde

Llegó diez minutos más tarde de la hora acordada, aún le latía el corazón demasiado rápido por el caminar deprisa y por los nervios que llevaba sintiendo desde que salió de casa.
Así que se detuvo unos metros antes de entrar en el local para tomar aire y relajar su pulso, y entonces, la vio.
Allí estaba ella, sentada en una mesa pegada al enorme ventanal. Aunque estaba de espaldas, reconocería las ondas de su cabello entre un millón de mujeres, a pesar de no haberlas visto nunca antes en persona.
Pensó en las dudas que le habían asaltado sobre acudir a la cita hasta ese mismo día. 
Tuvo miedo de enfrentarse a una realidad que no sabía si se iba a corresponder con lo que su corazón deseaba. Pero si no acudía, iba a quedar como un cobarde ante ella. Y sabía que jamás se perdonaría a si mismo esa falta de valentía.
Así que entró en la cafetería y fue directo a tomar asiento frente a ella.
La miró por unos instantes y comprobó que era igual que en las fotografías, sus ojos, su sonrisa... no había artificio que disimulara sus marcas de expresión, sus incipientes canas, y que su piel ya no tan tersa como la de una veinteañera. Aún así, e incluso adivinando un tenue halo de tristeza en su mirada, se dejó envolver y seducir por la luz que emitía su calmada madurez.
Sus ojos disfrutaron con esa belleza diferente que ella representaba, y se alegró infinito de estar allí en esos momentos.
"Perdona si llego algo tarde.." 
Ella fue a hablar, seguramente para restar importancia a la falta de puntualidad, pero él le puso suavemente el dedo en los labios para indicarle que aún no había acabado su frase.
"Perdona si llego algo tarde a tu vida, pero quería asegurarme escribir contigo el final de la historia y no sólo los primeros capítulos".