- "No te enfades, no es personal, sólo que ahora que he corregido algunas cosas, está mucho mejor"
- "¿Ves? Ahora si está bien hecho. Deberías hacerme caso siempre"
- "Lo hago por tu bien, para que mejores. A mi me gustaría que alguien corrigiese mi errores"
- "Es una crítica constructiva, no deberías molestarte"
- "Tienes suerte de tener cerca a alguien que entiende del tema y te pueda aconsejar. Así no metes la pata ni quedas en evidencia"
- "Desde luego... ¿qué harías tú sin mi?"
- "¿Cuántas veces tengo que decirte cómo hacer las cosas? Si me hicieses caso, te iría mucho mejor"
- "¡Todo lo haces mal!"
No, por desgracia no es ficción... son frases REALES que muchas personas escuchan casi constantemente por parte de sus parejas.
Y cómo todo en la vida, o van a menos, o van a más. Lamentablemente suele ser a más, y pasan de una "simple sugerencia" a una imposición o a un continuo reproche a la torpeza o inutilidad de la otra parte.
Así, sutilmente y poco a poco se va minando la autoestima, se va convirtiendo a la otra persona en una sombra de si misma, insegura y llena de miedos. Se le va haciendo dependiente y sumisa, para asegurarse el rol dominante y egocéntrico que tanto les gusta a algunos... y utilizo el género masculino a posta porque es a ELLOS a quienes por mayoría aplastante les va ese papel de "mira como lo hago yo y aprende".
Así que, si has escuchado o escuchas una o más de esas frases, déjame decirte que no te has enamorado de un perfeccionista, te has enamorado de un manipulador, que no dudará en maltratar tu valía hasta hacerte creer que no la tienes.
Pero SI la tienes, incluso más que él probablemente, tanta, que eres capaz de alcanzar a ciegas el nudo del velo que te tapa los ojos, deshacerlo, y antes de salir por la puerta, dejarle una nota que diga:
"Salgo a hacer las cosas como yo quiera, no como tu me digas. No me esperes porque no voy a volver. Tu perfección me aburre y yo me divierto equivocándome y aprendiendo. No te enfades, es una crítica constructiva..."
