domingo, 24 de septiembre de 2017

La niña y el globo


Conocí una vez a una niña que un día, mientras paseaba por la calle vio un precioso globo medio escondido en un portal.
Era grande y con unos colores increíbles que además parecían cambiar por momentos. 
La niña entró y dijo varias veces en voz alta:
- "¡Hola! ¿Es de alguien este globo?"
Al no obtener respuesta, miró al globo y le pareció tan bonito con esos colores brillantes, que no dudó en atarlo a su pequeña mano y llevarlo consigo.
Casi de inmediato comenzó a notar como los demás niños y niñas, la miraban con cara de asombro. Algunos se le acercaron para preguntarle dónde había comprado ese globo tan bonito.
La niña, cada vez se sentía más afortunada por haber encontrado aquel globo que parecía estar esperando a que ella lo sacara de su escondite.
Así que se dijo a sí misma, que no se separaría nunca de él y que lo llevaría a todas partes.Y así fue.

Un día la niña quiso ir al cine, pero cuando fue a comprar su entrada le dijeron:
- "No puedes pasar a la sala con el globo. Tendrás que dejarlo fuera porque molestarás a los demás espectadores".
La niña suplicó que la dejaran entrar, no quería dejarlo fuera por temor a que se lo robasen, pero el encargado fue tajante en su negativa.

Esa noche, la madre de la niña entró en su habitación y la encontró llorando.
- "¿Qué te ocurre hija mía?"
Cuando la niña le contó lo ocurrido, la madre le contestó:
- "Todo aquello que no te permite hacer algo que de verdad te gusta, no es bueno para ti".

En otra ocasión, la niña fue invitada a una fiesta. Estaba muy contenta e ilusionada porque a ella le encantaban las fiestas, ver, hablar y reírse con sus amigos. Así que se puso su traje favorito, se peinó de forma que se veía muy hermosa, tomó su globo y fue a la fiesta.
Nada más entrar empezó a saludar a todos, pero al poco se fue dando cuenta, que con todo aquel que hablaba sólo tenía palabras para su hermoso y colorido globo. Nadie le dijo lo bonita que estaba ni tampoco hablaban con ella de otra cosa que no fuera de su globo, les interesaba saber dónde lo había encontrado, si había más como ese, etc.
Hubo incluso un niño que le pidió que se lo prestara durante un rato, pero al obtener un no por respuesta, intentó quitárselo por la fuerza.
La niña salió entonces corriendo de la fiesta y volvió a su casa.

Esa noche de nuevo, la madre de la niña entró en su habitación y la encontró llorando.
- "¿Qué te ocurre hija mía?"
Cuando la niña le contó lo sucedido, la madre le contestó:
- "Todo aquello que impide que los demás vean tus cualidades, no es bueno para ti".

Después de aquella fiesta, la niña empezó a temer que otros niños quisieran quitarle o robarle el globo, así que procuraba caminar siempre por calles donde apenas hubiera gente y evitaba ir a lugares que antes le divertían como eran las plazas y los parques. Además, compró una cuerda más ancha y ató con ella el globo a su muñeca más fuerte que antes porque también temía que si la cuerda se rompía, el globo saldría volando y lo perdería para siempre.

Pero al poco tiempo, otra vez de noche, la madre de la niña entró en su habitación y la encontró llorando.
- "¿Qué te ocurre hija mía?"
Y entonces, sin que la niña le dijera nada, vió como su pequeña y frágil muñeca sangraba a causa de las heridas que le había provocado la cuerda con la que prácticamente todo el día, tenía atado el globo a su mano. Así que cogiendo su cara entre sus manos, limpiándole las lágrimas y después de besarla dulcemente en la frente, la madre le dijo:
- "Todo aquello que te hace daño, no es bueno para ti."

A la mañana siguiente, la niña cogió de nuevo su globo y se dirigió hacia un lugar diferente. Fue al bosque donde hacía ya mucho tiempo que no iba a pasear. Siempre le gustó ir allí, sentarse en algún lugar, cerrar los ojos y escuchar el sonido del viento a través de los árboles, respirar y oler la fragancia de las plantas que la rodeaban y luego, abrir de nuevo los ojos y contemplar los colores y las formas de la Naturaleza.
Miró entonces al globo y comparado con todo aquello que tenía frente a ella, sus colores ya no le parecieron tan bonitos e hipnotizantes. Recordó el cine, la fiesta y sintió el escozor de las marcas en su muñeca. Cerró los ojos, inspiró y soltó el globo. Una sensación de bienestar la invadió casi de inmediato, se sentía ligera, como si estuviese flotando. Abrió los ojos y vio al globo allí abajo, atrapado entre las ramas de un árbol mientras ella sobrevolaba el bosque...


miércoles, 20 de septiembre de 2017



"Compartir es la única fórmula en la que dividir, se convierte en multiplicar" - Mila P.G.